El régimen de Israel envía un médico, diagnosticado con el coronavirus, a una cárcel en los territorios ocupados para tratar a un palestino enfermo.
“El médico examinó a uno de los prisioneros enfermos hace cinco días y luego el palestino infectado se reunió con otros detenidos en la prisión de Ashkelon”, informó el miércoles el presidente de Comisión de Asuntos de Prisioneros y Exprisioneros Palestinos, el general de división Qadri Abu Bakr.
El funcionario palestino responsabilizó al régimen de Tel Aviv de estar detrás de los peligros que amenazan la vida de los palestinos encarcelados en Ashkelon.
Dijo asimismo que las autoridades penitenciarias israelíes pusieron al palestino infectado con COVID-19, junto a otros 19 presos, en cuarentena so pretexto de controlar la expansión del virus.
Abu Bakr denunció que los funcionarios de la prisión israelí no tomaron ninguna medida preventiva: no esterilizaron ninguna de las secciones de la cárcel ni examinaron al resto de los prisioneros.
Por otra parte, instó a la administración penitenciaria a asumir sus responsabilidades con el fin de salvaguardar la vida de los palestinos quienes están bajo estas difíciles condiciones de salud.
Hasta el momento los casos de infectados en los territorios ocupados palestinos ascienden a más de 70, con uno de los enfermos en estado grave.
Asimismo, atemorizado por el rápido brote del nuevo coronavirus, Israel impidió la vuelta de militares que habían viajado a sus bases en el extranjero.
Unos 2100 soldados israelíes se encuentran, por el momento, en cuarentena. La mayoría de ellos, de acuerdo con los medios locales, son militares que habían estado recientemente fuera de los territorios ocupados palestinos. Un soldado fue diagnosticado con el coronavirus y se sumó a más de 20 israelíes que han dado positivo al virus.
El 11 de marzo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) calificó de pandemia la enfermedad del nuevo coronavirus, que empezó a propagarse en el mundo, desde Wuhan en China a finales de 2019.
A nivel global, el patógeno ya infectó a más de 126 000 personas en unos 120 países y ha causado más de 4600 muertes, la mayoría en la China continental. Unas 68 000 personas se recuperaron de la infección.
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