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lunes, 6 de noviembre de 2017

Puerto Rico, la dura realidad de ser una colonia en el siglo XXI



6 nov 2017

El paso del Huracán María y
 sus efectos evidencian la cruda
 situación
 colonial de la ‘Isla del Encanto’.

A más de un mes de uno de los
 peores
 desastres naturales en la 
historia boricua, aproximadamente
 70% de los puertorriqueños todavía
 no tiene electricidad, 
un 28% continua sin acceso a agua
 potable, y solamente el 29%
(2.400 km) de toda la infraestructura
 vial de la isla (8.200 Km) está
 habilitada.
Esta respuesta tardía y condicionada
 del gobierno norteamericano demuestra
 que para la potencia 
imperial, los puertorriqueños no tienen
 los mismos derechos, son ciudadanos
 de segunda clase. Algo 
que se visibilizó durante la temporada
 de huracanes 
en 2017.
Entre agosto y octubre, Texas, Florida
 y Puerto Rico fueron abatidos por los 
Huracanes Harvey, Irma y
 María. A pesar de que las tres áreas
 fueron 
declaradas 'desastres mayores', no
 todas recibieron ayuda federal de 
la misma manera.

Según cifras de la Agencia Federal
 para el Manejo 
de Emergencia (FEMA), para Houston
 se aprobó 
1300 millones de dólares de asistencia
 individual--fondos 
para cubrir gastos de reconstrucción de
 hogares y propiedad privada-, a Florida
 879 millones y para 
Puerto Ricosolamente 123 millones, a 
pesar de que quedó devastada en su 
totalidad. Esto quiere decir 
que para los 3.5 millones de habitantes,
 la isla solo recibirá entre un 10 y 15% 
del presupuesto 
entregado a los estados afectados.

El olvido es tal, que la administración 
de Trump tomó más de un mes para
 aprobar ayuda 
total para la isla, a pesar de la solicitud 
continúa 
de las autoridades isleñas. Y es en la
 posición oficial 
del presidente norteamericano, que
 se resume como Washington mira la situación puertorriqueña.

Después de los desastres en Houston y
 Florida, el presidente visitó las zonas 
afectadas en aproximadamente cuatro 
días. Para Puerto Rico su
 visita tomó casi dos semanas y cuando llegó amenazó que FEMA no se quedará 
en la isla 
“para siempre” mientras lanzaba rollos
de papel
 a los damnificados con una sonrisa.

La precaria condición ha incitado la
denuncia de 
expertos de las Naciones Unidas por 
ser una 
“alarmante” violación de derechos 
humanos. Al momento, la cifra oficial
 de muertos es de 51 
pero desde el paso del huracán, 
911 muertes 
han sido registradas. Al ser categorizadas
 como 
'causas naturales' no se podrá saber si
 deben ser incluidas en la lista de víctimas.
 El equipo de 
médicos forenses en situ no realizó las 
examinaciones 
físicas de los cuerpos, como debería 
haberse 
hecho tras un desastre natural.

A su vez el riesgo de un brote masivo 
de 
leptospirosis aumenta. Esta bacteria
 se encuentra
 en la orina de roedores y otros animales
 y tiende a propagarse 
después de inundaciones a través de
 agua potable
 o infecciones de heridas abiertas, 
según la 
Organización Mundial de la Salud. 
La isla 
típicamente ve entre
 63 y 95 casos al año pero solo en
 un mes ya van 
76 casos confirmados, afirma Carmen
 Deseda, epidemióloga oficial de
 Puerto Rico.

Una muestra de la realidad de Puerto 
Rico, que por
 más de un siglo ha sido una colonia de
 los Estados Unidos, sistemáticamente
 maltratada y abusada 
ante el estoicismo mundial.  Esta relación
 colonial 
inició en 1898 cuando Estados Unidos 
anexó l
a isla tras la Guerra Hispano-
Estadounidense.
 Como explica 
Ángel Rivera, escritor puertorriqueño, 
la isla sufrió 
una transformación de “un colonialismo
 mercantilista
 a un colonialismo capitalista”, 
convirtiéndose durante
 la primera mitad del siglo XX en
 una fuente de 
recursos (azúcar, tabaco, café) para 
el fortalecimiento industrial norteamericano.
Al término de la II Guerra Mundial, 
el reciente 
organismo internacional (ONU) inició
 un proceso de descolonización. El 24 
de julio de 1952, Estados 
Unidos utilizó un mecanismo legal para 
convertir a su colonia, reconocida por
 la ONU, en un Estado Libre Asociado 
(ELA).
Es decir dejó de ser legalmente una
 colonia pero tampoco se convirtió 
en el 51º estado del país norteamericano,
 ni en un país independiente, era
 una figura político-legal, que como
 comentaJavier Hernández-Acosta,
 de la Universidad del Sagrado 
Corazón (Puerto Rico), “todavía al
 día de hoy nadie
 sabe a ciencia cierta qué es".

Esta ambigua categorización  
hace que los puertorriqueños 
no puedan defender ni solicitar 
ayuda como cualquier otro ciudadano 
estadounidense. A pesar de que pagan
 todos los impuestos(seguridad social,
 roles de pago, importaciones y 
exportaciones, commodities), excepto
 impuesto federal, no tienen el mismo
 trato ni acceso a una representación real.

En 2016, según los Servicios de Renta
 Interna (IRS), Puerto Rico pagó al
 Estado federal, 3.400 millones de 
dólares en impuestos, muy cerca de
 los aproximadamente 4.400 millones
de Vermont o Wyoming. A pesar 
cumplir con sus obligaciones, 
al ser un ELA no tienen representación 
política.

Irónicamente la misma crítica que 
generó el cantó independista entre 
las colonias norteamericanas y 
Gran Bretaña en siglo XVIII se replica
 en la 
actualidad, Puerto Rico es una colonia 
que paga impuestos pero no tiene
 representación 
(No Taxation without representation).

En la actualidad, solo tiene una 
figura simbólica 
en el Congreso, un miembro sin 
capacidad de voto. Tomando en 
cuenta el tamaño de este territorio, 
si fuera un estado tendría 
aproximadamente cinco miembros 
en la Cámara de Representantes y dos 
en el Senado. Esto cambiaría el
 panorama ya que con siete
representantes podrían cabildear
 para conseguir apoyo y fondos para
 la isla. Pero al ser una colonia 
simplemente deben hacer lo que el
 poder imperial ordena.

El Congreso de Estados Unidos 
tiene el poder 
de frenar cualquier acción que
 tome el gobierno local. Además 
controlan los asuntos económicos
 y fiscales, las relaciones exteriores
 la migración y el comercio. La isla
 no puede hacer tratados comerciales
 ni recibir embarcaciones en sus 
puertos que no sean de Estados
Unidos.

Según el Buró de Censo -que posee 
información hasta el 2010- se registra
 que en cantidad de dólares federales 
gastados per cápita, Puerto Rico 
recibió 5.600 USD; 
23% menos que el menor estado, 
Nevada. Y sobre la ayuda federal 
a gobiernos locales, la isla recibió 
1.848 USD per cápita; 22% menos 
que el promedio general
 de los 50 estados.

 “Puerto rico es una colonia 
económica de 
Estados Unidos, los principales 
negocios de todo tipo son
 norteamericanos, los de
 puertorriqueños han cerrado
 por no poder competir con los 
negocios del norte como las 
Farmacias 
Walgreens, Farmacias CVS, 
Tiendas Home 
Depot, McDonalds, Burguer 
King, Pollos Kentucky”, comenta
 Lajos Szaszdi León,
 analista internacional y miembro 
del Instituto
 de Relaciones Internacionales
 de Puerto Rico.

Y por esta razón, la estatidad
 o independencia nunca 
han sido opciones para el gobierno 
estadounidense. Como cualquier 
otra relación colonial, la isla ha sido
utilizada para beneficiar los 
intereses económicos de
 la potencia imperial.

Entre 1976 al 2006 fue un paraíso 
fiscal para las multinacionales
 norteamericanas. Las empresas
 instaladas en Puerto Rico no
 debían pagar al fisco 
por las ganancias obtenidas en
 este territorio. Esto
 causó un ‘boom’ económico pero 
como toda burbuja llegó a su fin
 cuando la política de exoneración 
tributaria terminó. Durante esas
 tres décadas en la
 isla no se aplicó ninguna política 
de industrialización
 a futuro o mecanismo para evitar una crisis 
económica a este nivel.

Esto llevó a que se emitan bonos 
y un endeudamiento público, que
 actualmente se sitúa en 72.000 
millones
 de dólares. En 2015, el ese entonces gobernador declaró “impagable” 
la deuda y al no ser
 un estado, no pudo acceder a 
la Ley de Bancarrota, como lo
 hizo Detroit en 2013.

Así fue que en junio del 2016,
Barack Obama firmó 
la Ley para la Supervisión,
 Administración y Estabilidad
 Económica de Puerto Rico (Promesa),
que establece
 la creación de la Junta de Supervisión
 Administrativa
 y Financiera (JSAF); la nueva 
etapa colonial de
 Puerto Rico.
Un artículo del Harvard Law
Review argumenta que 
esta ley contradice los estándares 
de la ONU sobre soberanía. Es decir
 que ‘Promesa’ es legalmente una
 estrategia neocolonial. A través de
 la JSAF, se tiene 
“una ‘agencia externa’ con control
 directo y 
significativo sobre el gobernador y
 a través de él 
o ella control sobre el poder ejecutivo
 de la isla”, 
agregan los autores. Esta junta,
 además, tiene
 control sobre las decisiones económicas
 y sociales
 de la isla; lo que ha resultado en
 recortes en
 programas de educación pública
 y salud.

El renovado control colonial hace
que la situación 
de la isla siga empeorando. Y el
 futuro no es 
prometedor, el huracán arrasó 
con el 80% del 
valor de las cosechas, lo que 
representará una 
pérdida de 780 millones de dólares.
 La incapacidad 
de cobrar impuestos o servicios 
básicos (luz y agua) resultará 
en una falta de circulante del 
gobierno para el final de 2017.

Las cifras de desempleo que bordean 
el 15% y de pobreza extrema del 45%
 de la población
 incrementarán. Y según expertos,
 la isla enfrentará
 un "éxodo" de casi el 10% de la 
población hacia los Estados Unidos.

Una cruda realidad que resultará 
en más 
subordinación política, social y
 económica.
 Es entonces que las palabras de
 Ramón Romero 
Rosa, ideólogo obrero puertorriqueño
 escritas en
 su ensayo ‘La cuestión política
 y Puerto Rico’ en
 1904 resuenan un siglo más tarde
, “…el país se desmiembra en 
la lucha interna y el monstruo
 sigue con la boca abierta”.

Escrito por Martín Pastor

http://www.hispantv.com/noticias/opinion
/358764/puerto-rico-colonia-
huracan-maria


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