No se puede comprar el aire: El mercado del carbono o el engaño de moda
Te lo pueden explicar de muchas formas políticamente correctas, pero l@s comunicador@s indígenas de la Acin te muestran lo que hay detrás del llamado mercado de carbono: la estafa de pagar por contaminar la Pacha Mama; o el juego de cobrar por el trabajo que hace el bosque. No puedes mirar a otro lado cuando se pretende comprar el aire.
“Les
hemos dicho que la tierra es nuestra madre, que no queremos ni podemos
venderla. Pero el blanco parece no haber entendido, insiste en que
cedamos, vendamos o maltratemos nuestra tierra”. De la Carta Uwa al
Mundo. 1999.
Por estos días se
habla mucho del tema de los bonos de carbono, el CO2, venta de oxígeno,
cuidado o cultivo de bosques. Empresas, personas particulares, ONGs e
instituciones del Estado llegan a los territorios colombianos
proponiendo a las comunidades ganar dinero por la venta del aire que
producen los bosques. Esto pasa en todo el mundo porque es un mecanismo
internacional que se presenta como una forma de reducir los efectos de
la crisis climática.
La propuesta es
simple y atractiva: “deje crecer el bosque o siembre un bosque y
recibirá plata sin mayor esfuerzo”. Claro, esta propuesta cae como una
bendición a una comunidad llevada del carajo por la pobreza, los
desastres naturales como invierno, inundaciones, pérdida de cultivos,
además de las muchas necesidades que golpean a cualquier poblador del
campo, la selva o las montañas de Colombia.
Pero vamos a mirar despacito para entender qué es lo que nos están diciendo.
¿Por qué pagarle a alguien por el trabajo que hace el bosque (chupar dióxido de carbono, CO2 y producir oxígeno)?
El
asunto es sencillo: los árboles se chupan o respiran el CO2 que es un
gas llamado dióxido de carbono. El CO2 es un gas presente en la Madre Tierra,
un hermanito, pero que al ser producido en exceso por las máquinas,
vehículos y sobre todo por la gran industria, arrojan, entre todos,
millones de toneladas de CO2 a la atmósfera causando contaminación,
calentamiento global y crisis climática. O sea que por todo esto la
Madre Tierra se calienta, se enloquece el clima, se derriten las nieves
de los nevados, los hielos de los glaciares y de los polos, se desbordan
los ríos, se inundan los cultivos, se derrumban las montañas, se
extinguen los animales y la vida de todos los seres se nos vuelve un
tormento.
Viendo este tremendo
desastre causado por el modelo de desarrollo, especialmente por los
países más industrializados, se escribió un acuerdo entre 187 países en
el año 1997 conocido como Protocolo de Kioto. Estados Unidos,
el país más contaminador de todos no ha firmado este acuerdo. Los
países contaminadores se comprometieron a reducir el envío al aire
(atmósfera) de varios gases contaminantes, entre ellos el CO2. Pero esto
afectaría en gran medida las ganancias de la gran industria. Por eso se
inventaron otra forma: pagar para seguir contaminando.
¿Dónde está el truco?
El
truco consiste en que ellos siguen contaminando y para justificar el
daño ofrecen una cantidad de dinero a los países o a las comunidades que
tienen muchos bosques. Nos dicen que nos van a pagar por tener bosques,
pero en realidad lo que hacen es pagar por el derecho a seguir
contaminando y aumentar sus ganancias.
¿Quién se queda con la ganancia?
La plata que ofrecen por el negocio viene siendo una chichigua,
una mínima cantidad, porque la mayor parte se queda en los
intermediarios y los dueños del negocio. Las comunidades terminan en la
última parte de la cadena o en la puerta del edificio para que les tiren
un hueso, mientras que las grandes empresas o las bolsas de valores del
mundo se quedan con la mayor ganancia en el piso más alto del edificio.
La
gente que recibe el hueso termina, en su propia tierra, como esclava de
los que le tiran el hueso del piso más alto y, al mismo tiempo, como
cómplice de la contaminación y de su propia destrucción, pues en lugar
de rechazar el maltrato de la Pacha Mama recibe unos billetes por su
silencio.
¿Cómo se está realizando?
La
forma como se lleva a cabo el negocio del oxígeno es complicada de
entender y muy variada. Lo primero que se estableció fue la norma a
nivel internacional conocida como Protocolo de Kioto y que ahora en
Colombia se incluye en el Plan Nacional de Desarrollo 2011-2014 como
Programa REDD (Reducción de las Emisiones provocadas por la
Deforestación y la Degradación de los bosques). Una vez tenida la norma
el gobierno, las Naciones Unidas, el Banco Interamericano de Desarrollo,
ONGs, bancos, empresas o particulares, o combinación de varios de
estos, se acercan a las comunidades (afros, campesinos e indígenas) a
ofrecer el “negocio del CO2” disfrazado de proyectos ecológicos, en los
que la comunidad cuida las tierras que habita para que produzcan
oxígeno.
Otra forma es la compra de
tierras (para plantaciones) o de bosques para producción de oxigeno.
Para el mismo fin también se buscan tierras y bosques en arriendo.
Otra
es a través del despojo de tierras llevado a cabo por grupos armados
que se apoderan de esos territorios para participar del negocio conocido
como guerra del CO2.
CONCLUSIÓN
De
esta manera lo que se logra no es proteger la Madre Tierra sino
continuar su destrucción para seguir ganando dinero. Los que más plata
tengan pueden comprar su derecho a contaminar. Los dueños de los bosques
con el tiempo terminan afectados por inundaciones, sequías, pérdidas de
cultivos, enfermedades…
Por eso vale
la pena preguntarle a los contaminadores, a los gobiernos y a los
mercaderes del aire “¿Cómo pueden comprar o vender el cielo, el calor de
la Tierra o el aire?” Esa es una idea extraña para los pueblos
arraigados a la tierra.
Organizaciones como las Asociaciones de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca, Acin, y del Chocó, Orewa, han dicho que no aceptan el chimbo negocio de los bonos de carbono.
El Pueblo Wounaan
escribió hace poco a los contaminadores: “dejen de envenenar el aire y
la Madre Tierra que nosotros no tenemos ningún interés de cobrar por el
trabajo que hacen nuestro hermano el bosque”.
DATOS IMPORTANTES
* El Protocolo de Kioto se firmó el 11 de diciembre de 1997 en Kioto, Japón,
pero no entró en vigor hasta el 16 de febrero de 2005. En noviembre de
2009, eran 187 Estados los que ratificaron el protocolo.
*
Entre 2008 y 2012 los países firmantes del Protocolo deberían dejar de
enviar el 5,2% menos de las emisiones que lanzaban a la atmósfera en
1990 (como año de referencia). Por ejemplo, si las emisiones de estos
gases en el año 1990 alcanzaban el 100%, para el año 2012 deberán de
haberse reducido como mínimo al 95%.
* Estados Unidos, el país más contaminador, no ha firmado el Protocolo de Kioto.
* Un bono de carbono es un permiso que se compra por emitir una tonelada de CO2 a la atmósfera.
* Un bono de carbono vale 12 euros en promedio. Hasta 2009 España había comprado en América Latina 60 millones de bonos por un valor de 1260 millones de euros.
*
En Colombia hay muchas empresas, particulares e instituciones que van
por los pueblos ofreciendo las ventajas del negocio. Entre estas: Usaid,
Banco Mundial, Fundación Gordon and Betty Moore, Banco Interamericano
de Desarrollo, Global Emviromental Facility, Pnuma, Alide (asociación
latinoamericana de instituciones financieras para el desarrollo), South
Pole, Cantor CO2e, Terra Commodities y Dulces Colombina.
Por Tejido de Comunicación Acin
FUENTE.AQUÍ
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