TeleSUR
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Siria ¿Qué puede depararnos el futuro?
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No pretendo defender al régimen del
Partido Baas en Siria, si no tratar de situar las cosas en su debido
lugar. En artículos anteriores había explicado que existía falta de
democracia y corrupción. También una amplia y potente estructura de
seguridad que cometió excesos, se comportó por encima de las leyes y
violó los derechos humanos. El propio gobierno sirio lo ha reconocido y
ha promulgado una serie de resoluciones tratando de enmendar sus graves
errores.
Pero
es evidente que no es por estas feas cualidades que los Estados Unidos,
sus aliados de Europa y de la OTAN, y los súbditos que tienen en la zona
árabe, especialmente del Club Contrarevolucionario del Golfo (CCG),
están haciendo todo lo posible por liquidar al gobierno de Damasco.
Ninguno de ellos tiene moral para reclamar transparencia administrativa,
comportamiento democrático o respeto de los derechos humanos. Las
tropas estadounidenses ocuparon militarmente Irak, destruyeron buena
parte de la infraestructura del país y asesinaron a cientos de miles de
sus ciudadanos basándose en falsos argumentos. Desde hace más de medio
siglo vienen armando y apoyando al gobierno sionista de Israel que
comete genocidio contra el pueblo palestino.
En
Bahrein, sede de la Quinta Flota de los Estados Unidos, han intervenido
descaradamente con tropas extranjeras para reprimir a la mayoría de la
población que continúa manifestándose contra el poder absoluto y
corrupto del rey. ¿Por qué no llevan el caso a la Liga Árabe o al
Consejo de Seguridad?
Los
latinoamericanos tenemos una larga experiencia por haber sufrido la
política intervencionista de Washington y su apoyo a gobiernos
antidemocráticos y a criminales dictaduras fascistas. Durante muchos
años utilizaron a la OEA como ahora tratan de utilizar a la manipulable
Liga Árabe. Tal vez por eso los países revolucionarios que hoy integran
el ALBA defiendan la no injerencia en los asuntos internos de Siria y
abogan porque sea el propio pueblo de este país quien resuelva, sin
intervención extranjera, sus problemas. Además, estamos cansados de la
mal intencionada utilización que hacen los poderosos, valiéndose de su
enorme potencial mediático, de una supuesta defensa de los derechos
humanos, que ahora tratan de convertir en su principal argumento,
acogiéndose a la cuestionable teoría de R2P (Responsabilidad de
Proteger) para violar y acabar de enterrar el principio legalmente
establecido de respetar la soberanía de los países y el derecho a la no
intervención en los asuntos internos de los otros, por tanto tiempo
vigente en la ley internacional.
Es
conocido que en varios de los países que en el Cercano Oriente y en el
Norte de África ahora la emprenden contra Siria sirviendo a los
intereses de Washington, no existen ni elecciones, ni partidos
políticos, ni parlamentos. La proclamación de un sistema político
monárquico, no otorga el derecho a suprimir las prácticas democráticas,
así como tampoco puede entenderse que la celebración de elecciones
condicionadas a través de leyes y otros mecanismos para perpetuar en el
poder a las mismas clases y grupos dominantes, siempre minoritarios pero
respaldados por el poder financiero y de los grandes medios, puedan ser
consideradas democráticas. Democracia ¿Habrá que repetirlo?, significa
GOBIERNO DEL PUEBLO.
La
guerra desatada contra Siria persigue claros objetivos políticos y
geoestratégicos, pues este país desde hace tiempo, forma parte del eje
antimperialista compuesto por Irán; y el poder de Hizbulá y las fuerzas
patrióticas en Líbano. Al cual tal vez podría incorporarse en un futuro
el gobierno de Bagdad, al parecer más proclive a acercarse a Teherán que
a Washington, sobre todo después de la salida -aún parcial-, de la
derrotada tropa estadounidense.
El
gobierno sirio, aun con todos sus defectos, ha sido durante mucho
tiempo, centro del nacionalismo y la resistencia árabe contra los planes
hegemónicos de Estados Unidos e Israel, y por ello ha sufrido la
continua agresividad de estos, y de sus aliados en Occidente y en la
región. Ello no es nuevo, desde hace años vienen aplicando sanciones
contra Damasco y trabajando para provocar un cambio de gobierno allí.
Por
mucho que se quieran tergiversar las cosas, esto no se podrá ocultar.
Damasco, posiblemente el único país árabe en cuyo Frente Nacional
Progresista, que conforma la coalición de gobierno, participan dos
partidos comunistas, ha abrigado la sede de las organizaciones y
partidos políticos de izquierda y patrióticos de toda la región y ha
brindado refugio a muchos revolucionarios árabes, no a los
reaccionarios. Y escribo esto no por interpretaciones teóricas, sino
valiéndome de la experiencia de más de treinta años de atender las
relaciones y la colaboración con éstas organizaciones y partidos, lo
cual me permitió vivir en varios países de la zona o visitarlos
regularmente, así como conocer a muchos de sus dirigentes.
Sin
el apoyo sirio hubiera sido muy difícil, si no imposible, que las
fuerzas patrióticas libanesas, dirigidas por Hizbulá, derrotaran y
expulsaran a los invasores sionistas de Líbano.
Contra
Siria están agrupados hoy los intereses de las potencias occidentales
con Estados Unidos a la cabeza, Israel, y la reacción árabe. Quieren
imponer en Damasco un gobierno títere como el que los aviones de la OTAN
permitieron colocar en Libia, para después acometerla contra Líbano y
finalmente, en condiciones de mayor aislamiento regional, lanzarse
contra Irán. Aspiran con ello a consumar su plan de construir “El Gran
Medio Oriente”
La
gran mayoría del pueblo sirio tiene sentimientos patrióticos y no
quiere que esto ocurra, no desean convertirse en lacayos de Washington,
súbditos de Arabia Saudita o de Ankara. Es más, muchos están dispuestos a
luchar para evitarlo, aunque es evidente que quieren cambios
importantes en el sistema y lo están demandando. El gobierno parece
dispuesto a producir estos cambios y ya está adoptando medidas para
ello.
Una
parte del pueblo sirio, posiblemente mayoritaria, desea que este proceso
de cambios sea guiado por el actual gobierno baasista; otra tendencia
quiere que las reformas sean más profundas, aunque siempre oponiéndose a
la injerencia extranjera. Por otra parte, existe una oposición
minoritaria, dirigida desde el exterior que pide la intervención y está
comprometida con los servicios especiales de Occidente de los que recibe
apoyo político, financiero y militar a través de algunos vecinos. Es
significativo que las tres regiones de Siria donde se han producido
mayores enfrentamientos armados sean Daraa, Homs e Idleb. La primera
fronteriza con Jordania, la segunda muy cerca de la frontera libanesa y
la última en el norte, a lo largo de la frontera turca.
Las
manifestaciones populares que se iniciaron en Daraa y tuvieron
repercusión también en otras partes de Siria, sin dudas se produjeron
por causas legítimas y fueron espontáneas. Las fuerzas del orden y la
seguridad reprimieron en exceso provocando mayor reacción, pero
lamentablemente, parte de esta justa oposición fue secuestrada por
intereses extranjeros que desde hace tiempo conspiraban para terminar
con el gobierno sirio.
Si
alguien se quiere hacer ilusiones de que fuerzas revolucionarias,
patrióticas, o antimperialistas van a llegar al poder en Damasco
derribando por la fuerza el actual gobierno, posiblemente esté pecando
de increíble ingenuidad, lo cual no es admisible en los tiempos que
corren. El gobierno del partido Baas parece contar con apoyo popular y
militar suficiente como para hacer una resistencia prolongada, aunque
esto desangraría terriblemente al país y podría extenderse en una guerra
civil que trascienda sus fronteras. El Imperio y sus aliados quieren ir
por todo y quienes se están comprometiendo con ellos tendrán después
que sometérseles.
En
la compleja situación siria, lo más recomendable es que se produzcan
transformaciones democráticas, tal como las ansía la mayoría de su
pueblo, pero para ello habrá que denunciar y luchar por todos los medios
contra la intervención extranjera. El régimen baasista de Irak era
menos defendible que el sirio y las fuerzas progresistas a través del
mundo se manifestaron en contra de la intervención militar de Estados
Unidos. ¿Por qué no centrar ahora todos nuestros esfuerzos en oponernos a
esa evidente intervención en lugar de justificarla, sumándose como
hacen algunos, aunque sea indirectamente, a las campañas de la prensa
canalla?
En el
2002 y 2003, desde Bagdad tuve la oportunidad de comprobar las mentiras
propagadas por los grandes medios de prensa occidental. Utilizaron puro
terrorismo mediático. Ahora están haciendo lo mismo. No hay que ser muy
experimentado en analizar la prensa para darse cuenta de la gran
manipulación que están haciendo de la situación en Siria. Hace pocos
días leí un artículo que lamentablemente trataba de mostrar como pruebas
de crímenes cometidos por el gobierno, una serie de fotos que no
significaban nada, aunque los textos escritos al pie le imponían al
lector la interpretación interesada. Las cifras de muertos se cuentan
desde Londres y París, por Comités de Derechos Humanos con sede en esas
ciudades. Los titulares de cada día en la BBC, están dedicados a las
masacres que alegan comete el gobierno sirio. Al Jazeera y otros medios
árabes, que responden a Qatar y a Arabia Saudita, falsifican información
como ya fue comprobado en Libia.
Sin
embargo, en la prensa siria aparecen cada día los nombres y fotos de
soldados, policías y agentes de seguridad o simples vecinos de cualquier
lugar, muertos por grupos armados. Esto no lo refleja la prensa
occidental, como tampoco publican las grandes manifestaciones del pueblo
sirio en apoyo al gobierno y de rechazo a la actividad terrorista y la
intervención extranjera. La Agencia Prensa Latina y Telesur, están
tratando de contrarrestar esta campaña de desinformación con información
objetiva recogida sobre el propio terreno y por ello son acusadas por
algunos de parcialidad a favor del gobierno.
Los
medios masivos y los dirigentes de Occidente ahora la están
emprendiendo contra el trabajo de los inspectores que envió la Liga
Árabe y que Siria aceptó. Afirman que no están realizando un trabajo
imparcial y que favorecen en sus declaraciones al gobierno sirio. La
presión es mucha y es probable que éstos no la puedan resistir, también
hay mucho dinero en juego. Un resultado desfavorable para Siria del
trabajo de estos inspectores, repercutiría en el Consejo de Seguridad de
la ONU, donde hasta ahora Rusia y China se han opuesto a aprobar una
resolución que abra las puertas a una intervención militar que
destruiría el país y causaría, con el falso argumento de defender los
derechos humanos, incontables muertos, tal como ya ocurrió en Libia.
La
situación es extremadamente compleja. Al parecer, en estos momentos,
con ayuda de algunos países amigos, se trata de conformar un gobierno de
unidad nacional que integre a representantes de la oposición no
comprometida con los intereses imperialistas y buscar un mejor balance
para estabilizar el país y así evitar la guerra civil y posiblemente la
expansión del conflicto, que algunos vecinos ya vislumbran con gran
preocupación.
Son
varias las alternativas que pueden derivarse de la situación actual.
Siria ha sido, durante muchos años, un ejemplo de convivencia entre
diferentes sectas y grupos religiosos, pero ahora podría enfrentarse a
una guerra confesional o sectaria. Alguien parece estar estimulando esto
después del retiro de tropas estadounidenses en Irak. Las recientes
bombas dirigidas a matar población chiita podrían indicar esto. ¿Y que
hay de los más de veinte millones de kurdos repartidos entre Turquía, el
norte de Irak, Irán y Siria? Importante repercusión ha tenido la
masacre cometida por la aviación turca al bombardearlos cerca de la
frontera iraquí. El canciller turco Davatoglu, acaba de reunirse en
Teherán con el presidente Ahmadinejad. Este último sostuvo
conversaciones también con el presidente ruso Medvedev, después de la
demostración de fuerzas que hicieron frente al Estrecho de Ormuz y las
declaraciones sobre la posibilidad de cerrar esta vital vía. Ambos
llamaron a resolver los conflictos del Oriente Medio con métodos
políticos y mediante el diálogo de todas las partes. A pesar de ello,
Washington aprobó nuevas sanciones contra Irán a las cuales se sumó la
Unión Europea.
Confieso
que en pocas ocasiones anteriores he debido analizar una situación tan
complicada y explosiva como la que ahora se presenta en la ya de por si
compleja región del Cercano Oriente. Sin embargo, sigo pensando que el
deber de toda persona sensata, progresista o revolucionaria, es
manifestarse contra la intervención extranjera. Tal vez algo podamos
hacer para evitar un desastre mayor.-
Fuente: Aquí
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