Un
cajón de abejas tiene un valor que oscila entre 55 y 60 mil pesos, por
lo que las pérdidas directas llegan a los sesenta millones de pesos,
sin contar las pérdidas futuras (lucro cesante) por la baja en su
producción de miel. En la época de producción nacen muchas crías y la
población total por cajón debería llegar a bordear las 180 a 200 mil
abejas.
Desde
mayo, cuando se les murieron millones de abejas, los apicultores de
Quillón y Liucura Alto, ubicados cerca del río Itata en la Región del
BioBio, buscan soluciones para continuar con su quehacer. Pero SAG,
entidad estatal encabezada por Anibal Ariztia a nivel nacional, no
responde a la emergencia que se extiende también a otras comunas de esa
región.
Algunos
productores apícolas perdieron todas sus abejas, y otros, que quedaron
sin cajones, sólo contemplan las flamantes centrífugas para la
extracción de miel compradas por ellos mismos o en algunos casos, con
apoyo de INDAP. No se está evaluando hasta ahora la influencia de la
desaparición de estos millones de abejas en la polinización requerida
para los cultivos frutales en esa región. Hasta el año pasado, la
versión oficial de SAG era que en Chile no había incidentes que
mostraran que en el país también se vivía el síndrome del colapso global
de las abejas.
Mientras
la política del gobierno de Sebastián Piñera sigue con el slogan de
“Chile Potencia Alimentaria”, la realidad muestra lo contrario, con
alimentos contaminados, altos precios de frutas y verduras para chilenos
y chilenas, y amenazas a la semilla campesina, cuya anunciada
privatización oscurece aun más este crítico panorama.
Como
se demuestra en este grave incidente, la pequeña agricultura campesina
sólo cosecha las externalidades negativas del modelo de exportación
agroindustrial, intensivo en uso de agroquímicos. En cambio, las
transnacionales como Monsanto, Pioneer y Bayer, productoras de semillas
híbridas y transgénicas, pero también de agrotóxicos, redoblan su lobby
para lograr nuevos privilegios a través del proyecto de Ley de
Obtentores Vegetales en trámite en el Congreso que entrega inéditas
garantías para su negocio, incluyendo la prohibición del intercambio y
guarda de semillas y el derecho de los dueños de las patentes de
semillas, a llevar a juicio a los productores que usen sus semillas,
acusándolos de “piratería”.
Posibles causas
Los
apicultores relacionan la mortandad de estos millones de abejas con la
aplicación de insecticidas tóxicos recientemente prohibidos en Europa,
que continúan siendo legales en Chile: Poncho (nombre comercial del
principio activo clotianidina), Gaucho (Imidacloprid) producidos por
Bayer y Syngenta, y otros agrotóxicos utilizados en cultivos de uvas y
cerezos. Otra causa de la mortandad, según los apicultores, son las
fumigaciones con agrotóxicos realizadas en las plantaciones forestales
del sector, un 80% de las cuales son de CELCO y las restantes, del
senador Hosain Sabat. Una tercera causa mencionada es que alimentos
como la fructosa y las pastillas vitaminizadoras, suministrados a las
abejas y recomendados oficialmente, están hechos con maíz transgénico
que envenena a las abejas.
Transgénicos en el BioBio
Por
desconocimiento, los apicultores no incluyen el tema de los cultivos
transgénicos, pero en la región del BioBio, en Yungay, Los Angeles y
otras comunas, en la temporada 2012-2013 se cultivaron 3.019,23
hectáreas de transgénicos experimentales y/o certificados para
exportación. De ellos 2.222 hectáreas son de raps transgénico
certificado, 431 son de maíz transgénico y también hay 125 hectáreas de
soya transgénica (Certificación de semillas 2012-2013, www.sag.cl).
Según los científicos que investigan el tema, las abejas tienen una
“atracción fatal” que las lleva a recorrer distancias mayores a las
habituales para lograr llegar a las flores del maíz en busca del polen,
en este caso transgénico. La región del BioBio ocupa el tercer lugar en
producción de semillas transgénicas de exportación, siendo las regiones
del Maule y O’Higgins las que están en el primer y segundo lugar de ese
ranking asociado a un altísimo uso de agroquímicos como el glifosato
(Roundup) y otros plaguicidas
María
Elena Rozas, coordinadora de la Red de Acción en Plaguicidas RAP-Chile,
comentó al respecto: “El Servicio Agrícola y Ganadero debería disponer
la prohibición y/o suspensión inmediata del uso de imidacloprid,
clotianidina, thiametoxam y fipronil, responsables de la mortandad de
gran cantidad de familias de abejas, insectos polinizadores y aves, ya
prohibidos en Europa. La inacción en esta materia continuará poniendo en
grave peligro a estos insectos benéficos, y a la biodiversidad. La
autoridad tiene facultades para aplicar el principio de precaución, y
emular lo obrado en abril de este año por la autoridad sanitaria europea
EFSA en ese sentido. Entre las razones que fundamentan la prohibición
europea están los riesgos planteados por estos plaguicidas presentes en
el polen y néctar de cultivos atractivos para las abejas”.
Pérdidas millonarias
Cerca de mil cajones de abejas –que en la época posterior a la
cosecha albergan aproximadamente cien mil individuos por cajón- se
malograron a partir de la primera semana de mayo de 2013, según Juan
Carlos Abarzúa, uno de los apicultores afectados, actual presidente del
Comité Apícola de Quillón. Un cajón de abejas tiene un valor que oscila
entre 55 y 60 mil pesos, por lo que las pérdidas directas llegan a los
sesenta millones de pesos, sin contar las pérdidas futuras (lucro
cesante) por la baja en su producción de miel. En la época de producción
nacen muchas crías y la población total por cajón debería llegar a
bordear las 180 a 200 mil abejas.
Ante
el desastre ecológico, los apicultores dieron aviso a los cuatro
funcionarios encargados de los Prodesal locales, dependientes entre
otras, de las municipalidades de Quillón y Bulnes. El
SAG en su informe sostiene que la mortandad es causada por la varroa,
un acaro. Juan Carlos Abarzúa, de la localidad de Santa Clara en
Liucura Alto, refuta: “No se han tomado muestras que permitan asegurar
eso. Nosotros tenemos los tratamientos adecuados y autorizados por ellos
mismos. Aquí no se quiere reconocer que las grandes forestales fumigan a
destajo sin prevenir ni tampoco avisar. También
se sabe de una mosca que se introdujo para que se comiera la polilla
del pino. Pero nosotros nos preguntamos: esa mosca tiene que mutar y
¿qué va a comer? Se suponía que esta mosca moría en invierno! Al
mismo tiempo, se están muriendo los conejos silvestres; la gente del
campo cree que mueren por inanición después que esta mosca les pica los
ojos y quedan ciegos, chocando con los árboles. Para el SAG, los conejos mueren por una fiebre”, continúa incrédulo Juan Carlos Abarzúa.
Inacción del SAG
En
la reunión con los funcionarios del sector agrícola los apicultores
manifestaron su preocupación por uso de neonicotinoides en las uvas para
atacar dos insectos, el trips de California y el chanchito blanco, y
por el uso de carbaril en cerezos. Se quejaron de falta de control por
parte del SAG. A esa convocatoria, INDAP llegó acompañado de la
consultora BIOMIEL, representada por Marcelo Rodríguez, cuyo
planteamiento fue considerado distractivo por los afectados. Los
consultores sólo se refirieron a la responsabilidad de los apicultores
en el cuidado de las abejas, incorporando la figura del “apicultor
ausente” y atribuyendo los millones de abejas muertas a falta de
atención.
Los daños no fueron parejos. “Muchos quedamos con cero cajón, yo
tenía 25 cajones y tuve pérdida total. Justo este año había hecho una
importante inversión: una centrífuga para la extracción de miel. Otro
apicultor también lo hizo, pero con fondos de Indap adquirió una
centrifuga de un valor superior a los 2.5 millones de pesos”, explica
Juan Carlos Abarzúa, agregando que la apicultura requiere mucha
atención puesto que la inversión para salir adelante es muy alta.
Continúa
Abarzúa: “El 5 de julio se realizó una reunión de los apicultores
afectados con personeros de Indap, y el señor Pedro Burgos, funcionario
de SAG de la ciudad de Bulnes, y funcionarios municipales con los
respectivos encargados de los Prodesal. Les preguntamos por el análisis
sanitario que ellos hacían y no tuvieron respuesta. Tampoco explicaron
porqué SAG continúa autorizando el uso de insecticidas que son dañinos
para las abejas, ya que estamos informados que la clotianidina y el
tiametoxan son neonicotinoides que causan la muerte de abejas y fueron
prohibidos en otros países por eso, pero ellos no nos dieron respuestas a
nuestra inquietud.”
De
la reunión sostenida en julio no emanaron propuestas de solución, y un
mes después los apicultores afectados sólo recibieron una citación para
formar un Comité Apícola, cuyas características no conocen. Juan
Carlos Abarzúa también criticó el rol de la consultora BioMiel y
agregó: “Duele la indolencia por parte de las autoridades con respecto a
la sustentabilidad en nuestro país y el planeta. Sin abejas no hay
futuro. Nosotros no pedimos reposición de las abejas, sino claridad
sobre qué está pasando para que se adopten las medidas pertinentes. No se tomaron muestras sanitarias para dar una respuesta técnica o científica”.
Los
últimos incidentes de muerte de abejas a nivel global ocurrieron a
comienzos de julio de este año en Elmwood, en la provincia canadiense de
Ontario, donde se hallaron 37 millones de abejas muertas. A su vez, la
Asociación de Apicultores Británicos dijo en un reciente informe que el
último año registró la mayor pérdida de abejas en toda su historia, en
tanto que en Gerona, Cataluña, los apicultores también han perdido
millones de abejas. David Schuit, que dirige una granja de abejas en
Elmwood, señala como culpables de la pérdida de 600 colmenas
los insecticidas de la familia de los ‘neonicotinoides’, fabricados por
la transnacional Bayer.Por Lucía Sepúlveda Ruiz
07 de agosto de 2013
radiodelmar.cl
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http://periodismoalternativoblog.wordpress.com/2013/08/13/colapso-de-abejas-llego-a-chile-millonarias-de-perdidas-en-region-del-bio-bio/#more-36408
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