21 mayo 2014
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Declara la Ley Marcial y se hace con el control de los medios de comunicación
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El jefe militar Prayuth Chan-ocha ha afirmado en televisión que no es un golpe de estado
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Horas después, los militares han censurado las emisiones de radios y televisiones
Militares tailandeses frente al edificio de la televisión pública del país, este martes. REUTERS
EFE
El Ejército tailandés ha desplegado soldados en las calles de Bangkok, ha suspendido libertades constitucionales y ha tomado el control de las cadenas de televisión tras declarar la Ley Marcial en todo el país. La medida no supone el derrocamiento inmediato del gobierno interino,
pero otorga a los militares autoridad sobre los poderes civiles para
mantener el orden, prohibir reuniones o censurar medios de comunicación.
Varias cadenas de radio y televisión dejaron de emitir poco después del decreto, mientras el resto recibían la prohibición expresa de informar "en detrimento de la seguridad nacional". Las calles de Bangkok y de los principales destinos turísticos del país mantenían la normalidad tras una noticia que difícilmente podría haber sorprendido a los tailandeses: las fuerzas armadas han dado 18 golpes de Estado -11 de ellos consumados- desde el establecimiento de la Monarquía Constitucional en 1932.
La última asonada, que en 2006 derrocó al entonces primer ministro Thaksin Shinawatra, fue el origen de la actual crisis política y de los continuos enfrentamientos que desde entonces tienen lugar entre seguidores y opositores del magnate tailandés, hoy en el exilio. Ocho años después, con ambos bandos ocupando diferentes partes de la capital, los militares vuelven a intervenir en lo que miembros del gobierno describen como "un medio golpe" que les permite tomar el control del país sin hacerse cargo de su gestión diaria.
El jefe de las fuerzas armadas, Prayuth Chan-Ocha, se dirigió a la nación para negar que hubiera dado una asonada y dijo que la Ley Marcial era necesaria para reestablecer el orden tras los últimos seis meses de manifestaciones y parálisis institucional. "Se pide a la población que no tenga miedo y que continúe con sus negocios como es habitual", según un comunicado castrense en el que se recuerda el Artículo 6 de la Ley Marcial por el que "la autoridad civil deberá actuar de acuerdo con los requerimientos de la autoridad militar".
Los militares no han ordenado la disolución inmediata de las manifestaciones que tienen lugar en la capital, pero han prohibido a ambos grupos marchar por la ciudad. Soldados armados rodearon desde primera hora de la mañana el área donde se concentran los "camisas rojas", favorables a la recientemente cesada primera ministra Yingluck Shinawatra y el gobierno interino. Aunque el líder del movimiento, Jatuporn Prompan, pidió a los presentes que permanecieran en el lugar, cientos de personas recogieron sus cosas y se marcharon al comprobar que los policías encargados de la seguridad eran reemplazados por soldados.
El Ejército ha sido tradicionalmente favorable a unos opositores pertenecientes a las elites de Bangkok, las clases medias urbanas, la burocracia estatal y los sectores monárquicos. Frente a ellos se encuentran los seguidores del clan Thaksin, cuyo apoyo se concentra en las zonas rurales del norte y las clases trabajadoras de las ciudades.
La profunda división social de Tailandia se ha agravado en los últimos años al mezclarse con los intereses de los caciques políticos que dicen representar a cada bando. El principal líder de los "camisas rojas" y gobernante en la sombra, Thaksin Shinawatra, se encuentra en el exilio para evitar cumplir una condena de prisión por corrupción. Sus detractores han sido liderados en los últimos meses por Suthep Thaugsuban, un ex senador sobre el que pesa una orden de arresto por su implicación en la muerte de decenas de manifestantes mientras ocupaba el cargo de viceprimer ministro, en 2010.
Más allá de la fractura social y la lucha de poder, los tailandeses se enfrentan por definir el futuro modelo de Estado. La debilidad del rey Bhumibol, que lleva 64 años en el trono, ha acelerado el posicionamiento de las diferentes facciones políticas de cara a una sucesión que podría dejar la institución en manos de su hijo Maha Vajiralongkorn, menos popular que su padre.
Las elites de Bangkok, que durante décadas han prosperado al abrigo de la monarquía, ven con recelo la emergencia de una conciencia política en clases sociales que solían aceptar que sus destinos fueran decididos en Bangkok. Thaksin Shinawatra fue, con sus medidas populistas, a pesar de sus políticas autoritarias y las acusaciones de corrupción, el primer político que logró unir políticamente a las capas más desfavorecidas, convirtiéndose en una amenaza para la monarquía, las elites y un Ejército que nunca ha renunciado a su papel de árbitro de la política tailandesa.
http://www.elmundo.es/internacional/2014/05/20/537a965422601d73118b4580.html
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Varias cadenas de radio y televisión dejaron de emitir poco después del decreto, mientras el resto recibían la prohibición expresa de informar "en detrimento de la seguridad nacional". Las calles de Bangkok y de los principales destinos turísticos del país mantenían la normalidad tras una noticia que difícilmente podría haber sorprendido a los tailandeses: las fuerzas armadas han dado 18 golpes de Estado -11 de ellos consumados- desde el establecimiento de la Monarquía Constitucional en 1932.
La última asonada, que en 2006 derrocó al entonces primer ministro Thaksin Shinawatra, fue el origen de la actual crisis política y de los continuos enfrentamientos que desde entonces tienen lugar entre seguidores y opositores del magnate tailandés, hoy en el exilio. Ocho años después, con ambos bandos ocupando diferentes partes de la capital, los militares vuelven a intervenir en lo que miembros del gobierno describen como "un medio golpe" que les permite tomar el control del país sin hacerse cargo de su gestión diaria.
El jefe de las fuerzas armadas, Prayuth Chan-Ocha, se dirigió a la nación para negar que hubiera dado una asonada y dijo que la Ley Marcial era necesaria para reestablecer el orden tras los últimos seis meses de manifestaciones y parálisis institucional. "Se pide a la población que no tenga miedo y que continúe con sus negocios como es habitual", según un comunicado castrense en el que se recuerda el Artículo 6 de la Ley Marcial por el que "la autoridad civil deberá actuar de acuerdo con los requerimientos de la autoridad militar".
Los militares no han ordenado la disolución inmediata de las manifestaciones que tienen lugar en la capital, pero han prohibido a ambos grupos marchar por la ciudad. Soldados armados rodearon desde primera hora de la mañana el área donde se concentran los "camisas rojas", favorables a la recientemente cesada primera ministra Yingluck Shinawatra y el gobierno interino. Aunque el líder del movimiento, Jatuporn Prompan, pidió a los presentes que permanecieran en el lugar, cientos de personas recogieron sus cosas y se marcharon al comprobar que los policías encargados de la seguridad eran reemplazados por soldados.
Profunda división social
La presencia de los militares trae a los "camisas rojas" recuerdos de lo ocurrido en 2010, cuando una operación militar los desalojó del principal distrito comercial de Bangkok, causando 92 muertos. La nueva intervención del Ejército llega tan solo días después de que los manifestantes pro gubernamentales llegaran a la capital y después de meses de pasividad ante las protestas, toma de ministerios y cortes de avenidas organizados por parte de la oposición.El Ejército ha sido tradicionalmente favorable a unos opositores pertenecientes a las elites de Bangkok, las clases medias urbanas, la burocracia estatal y los sectores monárquicos. Frente a ellos se encuentran los seguidores del clan Thaksin, cuyo apoyo se concentra en las zonas rurales del norte y las clases trabajadoras de las ciudades.
La profunda división social de Tailandia se ha agravado en los últimos años al mezclarse con los intereses de los caciques políticos que dicen representar a cada bando. El principal líder de los "camisas rojas" y gobernante en la sombra, Thaksin Shinawatra, se encuentra en el exilio para evitar cumplir una condena de prisión por corrupción. Sus detractores han sido liderados en los últimos meses por Suthep Thaugsuban, un ex senador sobre el que pesa una orden de arresto por su implicación en la muerte de decenas de manifestantes mientras ocupaba el cargo de viceprimer ministro, en 2010.
Crisis
La imposición de la Ley Marcial no desbloquea una crisis que ha hecho de Tailandia un país ingobernable. La reciente destitución de Yingluck Shinawatra por el Tribunal Constitucional y la convocatoria de nuevas elecciones para el próximo mes de julio son vistas como medidas insuficientes por la oposición, que exige la dimisión en bloque del gobierno, el nombramiento de un primer ministro "neutral" y la suspensión del sufragio universal hasta la implementación de profundad reformas. Entre los objetivos de Suthep está reforzar el papel de la ya influyente monarquía y limitar la capacidad de las poblaciones campesinas del norte para decidir futuros gobiernos.Más allá de la fractura social y la lucha de poder, los tailandeses se enfrentan por definir el futuro modelo de Estado. La debilidad del rey Bhumibol, que lleva 64 años en el trono, ha acelerado el posicionamiento de las diferentes facciones políticas de cara a una sucesión que podría dejar la institución en manos de su hijo Maha Vajiralongkorn, menos popular que su padre.
Las elites de Bangkok, que durante décadas han prosperado al abrigo de la monarquía, ven con recelo la emergencia de una conciencia política en clases sociales que solían aceptar que sus destinos fueran decididos en Bangkok. Thaksin Shinawatra fue, con sus medidas populistas, a pesar de sus políticas autoritarias y las acusaciones de corrupción, el primer político que logró unir políticamente a las capas más desfavorecidas, convirtiéndose en una amenaza para la monarquía, las elites y un Ejército que nunca ha renunciado a su papel de árbitro de la política tailandesa.
http://www.elmundo.es/internacional/2014/05/20/537a965422601d73118b4580.html
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Crisis política y social en Tailandia: ¿Qué hay detrás de los "camisas rojas"?
Escrito por:
María Castro
Desde
hace semanas Tailandia es noticia por el movimiento de los llamados
"camisas rojas". En Bangkok, desde principios de marzo cada fin de
semana ha habido manifestaciones en las que han participado entre
100.000 y 150.000 personas. Posteriormente instalaron un campamento en
el centro comercial y financiero de Bangkok, paralizando la actividad de
uno de los centros comerciales más importantes de Asia. Según la Cámara
de Comercio tailandesa eso significa unas pérdidas diarias de 10
millones de dólares. En el momento de escribir este artículo el ejército
ha iniciado una ofensiva para desalojar a los "camisas rojas" y las
noticias hablan de rendición. El gobierno ha dado instrucciones de
cortar el suministro de alimentos, agua, luz y telefonía móvi. Los
muertos superan la treintena, todos pertenecen a los "camisas rojas",
entre ellos el conocido como "comandante rojo", Khattiya Sawasdipol, un
general que abandonó el ejército para sumarse a los manifestantes;
además hay casi trescientos heridos. Se calcula que en el campamento hay
más de 6.000 personas y que los fines de semana esa cifra asciende a
10.000.
El origen de estos acontecimientos se
remonta al año 2006, cuando un golpe de Estado, apoyado por la
monarquía, desaloja al primer ministro Thaksin Shinawatra. La historia
de Tailandia está llena de gobiernos corruptos e inestables, el ejército
siempre ha sido un factor poderoso en la política tailandesa, en los
últimos 75 años ha habido 17 golpes de Estado.
La figura de Shinawatra
Thaksin Shinawatra pertenece a una de
las familias más ricas del país. Su familia fundó ShinCorp, la mayor
empresa de telefonía móvil, con intereses en la banca, medios de
comunicación, sector aéreo, publicidad, internet y negocios
inmobiliarios. Shinawatra ganó las elecciones en 2001 con
un programa que era una mezcla de nacionalismo (defensa de las empresas
tailandesas) y populismo. Fue el primer político de la historia
tailandesa que consiguió acabar los cuatro 4 años de legislatura.
Durante sus primeros años de gobierno
aplicó algunas medidas sociales que le dieron una gran popularidad. Puso
en marcha un sistema sanitario barato (unos 0,60 € al año) que por
primera vez permitió a millones de campesinos, trabajadores y pobres
acceder a la sanidad. Introdujo los llamados Villages Funds, un programa
de 1.330 millones de euros para conceder préstamos a muy bajo interés a
los campesinos más pobres. Inició también un plan de construcción de
infraestructuras valorado en 1 billón de bath (20.000 millones de
euros), que incluía la construcción de cinco líneas de metro en Bangkok,
prometió llevar electricidad y agua a todas las zonas rurales, renovar
los suburbios de las ciudades, además de construir escuelas y
hospitales.
Pudo poner en marcha estas medidas
gracias al boom económico que siguió a la crisis del Sudeste Asiático de
1997-1998, un auge favorecido sobre todo por el aumento de las
exportaciones, particularmente la exportación de materias primas y
componentes a China y EEUU. Desde 2001 la economía se ha expandido un
44%, de 2000 a 2008 el país disfrutó de un crecimiento anual del 4%.
Pero a la vez que ponía en marcha
medidas sociales, aplicaba otras que favorecían claramente a un sector
de los capitalistas tailandeses. Una de las medidas más polémicas fue el
cambio de las leyes anti-trust que permitió la venta de la empresa
familiar ShinCorp al gobierno de Singapur, eludiendo así el pago de unos
2.000 millones de dólares en impuestos. Igual de
polémica fue la denominada "guerra total contra las drogas", que sólo
en 2 años provocó 2.000 muertos a manos de la policía, muchas de las
víctimas no tenían nada que ver con el narcotráfico. También llevó a
cabo un programa de privatizaciones que provocaron luchas importantes de
los trabajadores afectados, por ejemplo en 2004 más de 200.000
trabajadores del sector eléctrico protagonizaron huelgas masivas contra
la privatización de este sector.
División en la burguesía
Aunque
inicialmente la burguesía tailandesa apoyó a Thaksin porque consiguió
cierta estabilidad política para el país, las pequeñas reformas
sociales, las privatizaciones y la apertura de la economía a las grandes
multinacionales le enfrentó con otro sector de la elite dominante
tailandesa, el representado por el ejército y la monarquía, que
controlan una buena parte de la economía y cuyos intereses económicos se
vieron afectados seriamente por la política económica de Thaksin que
favorecía a las multinacionales extranjeras en detrimento de las
empresas tailandesas.
Su popularidad, sobre todo entre los
campesinos pobres y los pobres urbanos, le permitieron volver a ganar
las elecciones en 2005 con un 80% de apoyo. A partir de ese momento se
recrudeció la lucha fratricida entre estos dos sectores de la burguesía
tailandesa, el representado por Thaksin beneficiado por su política
económica, y el sector más "conservador", vinculado a la monarquía y el
ejército, que querían regresar a la antigua situación.
Los "camisas amarillas"
Los opositores a Thaksin, encabezados y
financiados por el magnate de los medios de comunicación Sondhi
Limthongkul, desencadenaron un movimiento en las calles formado por
monárquicos, elementos de la clase media urbana y de los sectores más
reaccionarios del país, conocido como "camisas amarillas" (el amarillo
es el color que representa a la monarquía tailandesa), con la intención
de desestabilizar al gobierno.
En 2006 el ejército da un golpe de
estado contra Thaksin e instala en el gobierno a Surayud Chulanot, pero
no consiguen controlar la situación. El nuevo gobierno intentó poner
controles al capital extranjero provocando un deterioro de la economía y
una caída brusca de la inversión. Finalmente se celebran elecciones en
2007, aunque el partido de Thaksin, con el que ganó las elecciones, el
TRT (Tailandia para los tailandeses) había sido prohibido por el
régimen, Thaksin formó un nuevo partido, el Partido del Poder Popular
(PPP), que gana esas elecciones. El PPP consigue la mayoría en el
parlamento pero el senado siguió controlado por los seguidores de la
Junta Militar. Desde entonces se suceden dos gobiernos pro - Thaksin que
terminan cayendo por escándalos de corrupción. El régimen prohíbe al
PPP y entrega el poder al partido de la oposición, el Partido Demócrata.
Recesión económica
La situación social y política se
deteriora aún más con la recesión económica que ha golpeado duramente a
Tailandia. La economía tailandesa depende de las exportaciones que
representan más del 60% del PIB. Éstas han sufrido un duro revés debido a
la caída de la demanda en Europa, EEUU, Japón y China. La industria
tailandesa, igual que en otros países de la zona como Vietnam o Corea
del Sur, ha basado su desarrollo industrial en atraer a empresas
extranjeras que buscan mano de obra barata que les permita reducir los
costes de producción.
A pesar del boom económico de los años
2000, el nivel de vida de la población se ha estancado, el salario
mínimo mensual es de 108 euros. Los trabajadores tienen que trabajar
largas jornadas para poder cubrir sus necesidades básicas. Aunque la
jornada laboral oficial es de 8 horas diarias durante 6 días a la
semana, en las industrias es habitual trabajar dos o tres horas extras
tras un descanso de veinte minutos, incluso trabajan los domingos para
aumentar sus ingresos. Para conseguir un salario decente muchos
trabajadores tienen que trabajar 60 o 70 horas semanales.
Tailandia es uno de los países con mayor
desigualdad de Asia, según el Banco de Tailandia el 20% más rico
controla el 69% de la riqueza nacional, mientras que el 20% con menos
ingresos sólo tiene el 1%. El ingreso medio del 20% de la población es
de 45 dólares mensuales y se calcula que el 70% de la población es
pobre. Como el resto de los llamados "tigres asiáticos", durante los
años noventa Tailandia experimentó un gran desarrollo industrial y
aunque el 60% de la población vive en el campo, la agricultura
representa sólo el 1% del PIB. La manufactura y los servicios
representan el 80% del PIB. Cuenta con un sector industrial muy
importante, es el décimo exportador mundial de automóviles y sólo este
sector cuenta con más de 500.000 trabajadores.
El movimiento de los "camisas rojas"
El movimiento de los ‘camisas rojas'
comenzó a finales de 2008 pero las movilizaciones se intensificaron a
mediados de marzo y desde entonces no han parado. Durante estas semanas
se han producido enfrentamientos con la policía y el ejército, que
culminaron el 10 de abril cuando cargaron contra los manifestantes
acampados en el puente Phan Fah asesinando a 25 personas e hiriendo a
más de 850. El ejército y la policía ha intentado desmantelar el
campamento en dos ocasiones, pero en ambas tuvieron que retirarse.
Los ‘camisas rojas' han impedido la
llegada de suministros y equipamiento militar a la capital, han
levantando barricadas en las principales vías ferroviarias o carreteras
que llevan a la capital. El 22 de abril, por ejemplo, detuvieron un tren
lleno de soldados y vehículos militares, el tren
pudo reanudar la marcha cuando los manifestantes recibieron garantías
de que no se dirigía a la capital sino al sur para luchar contra las
guerrillas musulmanas separatistas. También han mantenido bloqueada la
principal autopista del país, Udon Thani. En otra ocasión retuvieron a
500 policías y en Ubon Rechathani una multitud de 3.000 capturó y
mantuvo como rehenes a siete soldados.
El movimiento se agrupa en torno al
Frente Unido por la Democracia y Contra la Dictadura (UDD), formado
principalmente por seguidores de Thaksin, pero también por sectores de
la izquierda, ex dirigentes guerrilleros o del desaparecido Partido
Comunista de Tailandia. Aunque el movimiento no es homogéneo, el grueso
procede de las zonas rurales pobres del norte del país a los que se han
unido pobres urbanos y trabajadores. Incluso algunos medios de
comunicación han avisado de los "preocupantes signos de simpatía con los
manifestantes entre la tropa y los escalafones inferiores del
ejército". Giles Ji Ungpakorn, un intelectual de izquierdas en el exilio
acusado después de ser condenado a quince años de prisión por "injurias
al rey", explica en Thailand Crisis and the Fight for Democracy cuál es
la composición del movimiento de ‘camisas rojas': "Los camisas rojas
han demostrado que son un verdadero movimiento de masas por la
democracia formado por trabajadores corrientes de las zonas rurales y
urbanas. Han demostrado que es una crisis de clase. Los camisas rojas
son un movimiento de base que no desaparecerá fácilmente, han
desenmascarado la verdadera naturaleza sangrienta de un gobierno apoyado
por el ejército que sólo puede mantenerse en el poder por la represión y
la censura férrea". En otro artículo del mismo autor insiste en el
mismo tema: "La gran mayoría de los camisas rojas son pobres, tanto
rurales como urbanos, los líderes de los camisas rojas hablan
abiertamente de ‘lucha de clases' entre el pueblo y las elites".
(Thailand, hundreds of thousands take to the streets).
Dinámica propia
Aunque al principio el movimiento se
limitaba a reivindicar la disolución inmediata del parlamento y la
celebración de elecciones. Poco a poco el movimiento ha adquirido
dinámica propia y radicalizándose. Como explica Tyrel Haberkorn, un
académico de la Universidad Nacional de Australia: "El papel de Thaksin
cada vez se ha vuelto más irrelevante. Cuando los
camisas rojas salieron masivamente a las calles ya no luchaban
primeramente por el regreso de Thaksin, sino por una mayor parte en el
gobierno del país" (The Associated Press, 21/4/10). Actualmente, junto a
las reivindicaciones de carácter electoral y democrático, se unen la
exigencia de tomar medidas que solucionen la pobreza o el paro. Una
vendedora de fruta procedente del norte del país que gana 3 dólares al
día explicaba que ella en el pasado había tolerado la pobreza pero "ya
no puedo seguir así. Ellos son siempre ricos, nosotros siempre pobres.
Eso no es democracia". (Sydney Morning Herald). Cada vez es más palpable
la rabia y el resentimiento que existe entre amplias capas de la clase
obrera y el campesinado con la minúscula elite privilegiada que gobierna
el país.
La ausencia de un partido de izquierdas
capaz de dar una dirección al movimiento ha permitido que el vacío lo
llene el UDD, pero sus principales dirigentes forman parte de la
burguesía y pequeña burguesía, que no pretenden ir más allá del regreso
de Thaksin, conseguir más apertura democrática o recuperar parte del
poder perdido. Los dos sectores enfrentados tienen miedo a que este
movimiento se escape a su control y ponga en peligro al propio sistema
capitalista. Aunque la dirección del UDD ha aceptado en varias ocasiones
las fechas propuestas por el gobierno para la convocatoria de nuevas
elecciones, en todas las ocasiones el movimiento lo ha rechazado y ha
permanecido firme en su exigencia de elecciones inmediatas, una de las
reivindicaciones que no admite negociación para los "camisas rojas" es
que el vice primer ministro, Suthep Thaugsuban, sea llevado a juicio por
la masacre del 10 de abril.
El gobierno también está dividido. Un
sector quiere mano dura, está utilizando como pretexto la supuesta
presencia de elementos terroristas en el campamento para aplastar el
movimiento aunque eso signifique un derramamiento de sangre (en el
campamento hay 1.000 mujeres y niños), en cambio otro sector teme las
consecuencias. El 5 de mayo el general Anupong Paochinda, que ha jugado
un papel importante a la hora de obligar al primer ministro Abhisit a
negociar con los "camisas rojas", expresaba al periódico Bangkok Post su
temor a que el uso de tanques y tropas desencadene una rebelión difícil
de controlar en el norte y noreste del país: "La orden de asesinar es
fácilmente ejecutable porque los soldados tienen armas. ¿Pero qué
sucederá después?"
A última hora un grupo de senadores ha
hecho un plan de negociación (sin concretar) pero que es aceptado por
los líderes del UDD pero no así por el gobierno. Todavía no se ha
decidido nada y la inestabilidad política y social continuará.
Lo que
está sucediendo en Tailandia sólo es un presagio de las luchas de clases
que podremos ver en el próximo período en toda la región. Durante estos
últimos veinte años el desarrollo industrial ha ido acompañado del
surgimiento de una clase obrera muy poderosa que ya ha protagonizado
luchas importantes en países como Corea del Sur. La crisis económica que
afecta a esta zona del mundo provocará agitaciones sociales importantes
en el próximo período y veremos cómo la clase obrera impone su sello en
estos acontecimientos.
http://www.militante.org/node/1452
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