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martes, 29 de octubre de 2013

Arabia Saudita: ¡Adiós, Washington! ¡Hola, yihadistas!

29 oct 2013 | 15:54 GMT

   
Arabia Saudita, que durante muchos años ha sido un aliado fiel y estratégico de EE.UU., cambia radicalmente su política exterior. Como resultado podría estallar una guerra religiosa en Oriente Próximo, vaticinan expertos rusos.


El 17 de octubre la Asamblea General de la ONU mediante una votación secreta ofreció a Arabia Saudita el puesto de miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU; sin embargo, Riad, en un movimiento sin precedentes en la historia, se negó a ocupar el puesto. El hecho de que Riad decidiera alejarse de la obra colectiva del Consejo de Seguridad se debe a su "aparente falta de voluntad para contribuir al éxito del proceso de paz", afirma el politólogo ruso Shamsudín Mamáyev, citado por el diario ruso 'Kommersant'.

Pocos días después de esta declaración, el príncipe Bandar bin Sultán, jefe de la inteligencia de Arabia Saudita y responsable de apoyar la yihad siria, invitó a varios diplomáticos europeos y les dijo que la decisión de Riad de no entrar en el Consejo de Seguridad de la ONU es un mensaje para los Estados Unidos.

Según la versión de los diplomáticos, el príncipe Bandar, apodado 'Bandar Bush' tras vivir 22 años en EE.UU. como embajador de su país y aproximarse a la familia Bush, comienza a alejarse de EE.UU. sobre todo en las políticas referentes al suministro de armas y entrenamiento de los rebeldes sirios.

De acuerdo con el príncipe, dado que Washington se niega a tener en cuenta los intereses de Arabia Saudita en Oriente Próximo, Riad revisará sus relaciones con EE.UU. y "cambiará el rumbo de la política exterior".

En los últimos meses, las tensiones entre EE.UU. y Arabia Saudita aumentaron drásticamente: la CIA tardó con el suministro de armas a los rebeldes sirios, surgieron contradicciones sobre el golpe militar en Egipto y en septiembre el presidente Barack Obama se negó a bombardear Siria y empezó un diálogo con el nuevo presidente de Irán.

"Ya que Riad termina la cooperación con Washington sobre Siria, da rienda suelta a su política en este asunto, y en el futuro, actuando a su discreción, tomará sus propias decisiones", predice Mamáyev.

    De ahora en adelante los yihadistas sirios serán 'los mejores amigos' de Riad


De acuerdo con Reuters, Bandar ya ha comenzado a organizar grupos de muyahidines en Damasco. Se trata de la creación del 'Ejército del Islam', cerca de 50 brigadas de combate compuestas de varios miles de muyahidines en el área de la capital. Están liderados por Zahran Aluche, jefe de la brigada Liwa al Islam, una de las mejores brigadas salafistas. Esta "tercera fuerza" islámica ha sido creada por Arabia Saudita como contrapeso a los grupos asociados con Al Qaeda, y a la Coalición Nacional Siria, que es prooccidental, explica el politólogo ruso.

El presidente del Instituto de Religión de Rusia, Alexánder Ignatenko, supone que estamos ante la formación de una Santa Alianza idéntica a la que vio Europa en 1815. Precisamente esta nueva alianza organizó el envió de muyahidines a Siria y se hizo cargo de la financiación de los grupos rebeldes, afirma

Según el experto, cuando el 30 de julio las fuerzas de Bashar al Assad ocuparon Homs, Riad se vio obligado a aumentar la presión sobre EE.UU. para lograr una intervención en Siria siguiendo el modelo libio. El rey saudita, Abdalá, ordenó al príncipe Bandar "sobornar" a Rusia. El 31 de julio, inmediatamente después de la caída de Homs, Bandar se reunió en Moscú con el presidente Vladímir Putin, pero al líder ruso no le gustó la idea del "camino de la guerra".




Después de la afirmación del jefe del Estado Mayor Conjunto estadounidense, el general Martin Dempsey, de que la intensificación de las hostilidades en Siria arrastraría a EE.UU. al conflicto, Riad perdió toda esperanza de una intervención militar de Washington.

El 5 de septiembre el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, anunció que Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos habían ofrecido financiar el ataque contra Siria. "Kerry mencionó solo la mitad de la verdad. En realidad las monarquías del Golfo no solo querían financiar el ataque desde el aire, sino también la operación terrestre", afirma el diputado ruso Rudik Iskuzhin, vicepresidente del Comité para la Defensa y Seguridad del Consejo de la Federación de Rusia.

Mamáyev considera que Bandar sufrió una derrota con el apoyo de Putin a Al Assad, algo inaceptable para Riad ya que en este caso Siria seguirá siendo un aliado chií de Irán. Aunque el frente principal está en Siria, se extendió nuevamente a Irak y poco a poco arrastra al Líbano, supone el experto.




En su opinión, la crisis actual en las relaciones entre Arabia Saudita y EE.UU. es aún más grave para Riad que la crisis que surgió tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. "Parece que en este momento incluso el príncipe Bandar se ha dado cuenta, y de ahora en adelante los yihadistas sirios serán 'los mejores amigos' de Riad en lugar del Consejo de Seguridad de la ONU, el Ejército y la Marina de EE.UU.", predice el experto ruso.




http://actualidad.rt.com/actualidad/view/109892-arabia-saudita-guerra-eeuu-siria
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Suicidio saudita


-  El 21 de octubre, el Wall Street Journal revelaba que el príncipe Bandar Ben Sultan había invitado varios diplomáticos europeos acreditados en Riad a visitarlo en su domicilio, donde les narró el furor saudita ante el acercamiento entre Irán y Estados Unidos y el retroceso estadounidense en Siria. Ante sus atónitos interlocutores, el jefe de los servicios secretos sauditas anunció que el reino piensa vengarse retirando sus inversiones de Estados Unidos. Retomando el episodio del asiento en el Consejo de Seguridad, el Wall Street Journal precisó que –según el príncipe Bandar– el comunicado no estaba dirigido contra la actitud de Pekín sino contra Washington, precisión que resulta tanto más interesante cuanto que no corresponde a la situación.
Ante la incredulidad que suscitaron esas declaraciones y los comentarios conciliadores del Departamento de Estado, el príncipe saudita Turki Ben Faisal explicó a la agencia Reuters que su enemigo personal Bandar había hablado en nombre del reino y que esa nueva política no será objeto de revisión. Lo cual quiere decir que no existen divergencias al respecto entre las dos ramas rivales de la familia reinante en Arabia Saudita –los Sudairi y los Shuraim– sino una visión común que comparten los dos bandos.
En resumen, Arabia Saudita insultó a Rusia en julio pasado, insultó a China hace 2 semanas. Y ahora insulta a Estados Unidos. El reino anuncia que va a retirar sus inversiones de este último país, probablemente para volverse hacia Turquía y Francia, aunque ningún experto ve cómo pudiera ser eso posible. Ese comportamiento puede tener dos explicaciones: Riad finge cólera para que Washington pueda continuar la guerra en Siria sin responsabilizarse con ella o la familia Saud está cometiendo un suicidio político.
La primera hipótesis parece estar en contradicción con las palabras de Bandar ante los embajadores europeos. Si estuviese jugando a favor de Estados Unidos por debajo de la mesa, el jefe de los servicios secretos sauditas tendría especial cuidado en no ponerse a predicar revoluciones a sus aliados.
La segunda hipótesis recuerda el comportamiento de los camellos, animal preferido de los beduinos sauditas. Esos cuadrúpedos tienen la reputación de alimentar sus rencores durante largos años y de ser incapaces de vivir en paz mientras no hayan logrado concretar su venganza, sea cual sea el precio a pagar por ello.
Pero Riad parece haber olvidado que la supervivencia de Arabia Saudita está en juego desde que John O. Brennan fue nombrado director de la CIA, en marzo de 2013. Brennan, quien estuvo destacado en Arabia Saudita, es un resuelto adversario del dispositivo que sus predecesores montaron en el pasado con Riad: el yihadismo internacional. Brennan estima que si bien esos elementos hicieron un buen trabajo en su momento –en Afganistán, Yugoslavia y Chechenia–, hoy se han hecho demasiado numerosos e incontrolables. Lo que empezó siendo una banda de extremistas árabes enviados a combatir contra el Ejército Rojo se ha convertido con el tiempo en una constelación de grupos, presentes desde Marruecos hasta China, que hoy luchan más con la perspectiva de imponer el modelo de sociedad saudita que para vencer a los adversarios de Estados Unidos.
Ya en 2001, Estados Unidos había planeado liquidar al-Qaeda atribuyéndole los atentados del 11 de septiembre. Pero, con el asesinato oficial de Osama ben Laden en mayo de 2011, Washington prefirió rehabilitar esa red y la utilizó profusamente en Libia y en Siria. Sin al-Qaeda nunca hubiese sido posible el derrocamiento de Muammar el-Kadhafi, como ha quedado demostrado con la llegada de Abdelhakim Belhaj –ex número 2 de al-Qaeda en Libia– al cargo de gobernador militar de Trípoli. Según la visión de Brennan, es necesario reducir el yihadismo a su mínima expresión y conservarlo únicamente para su uso como fuerza de apoyo de la CIA en ciertas circunstancias.
El yihadismo no sólo es la única fuerza efectiva de Arabia Saudita, cuyo ejército se divide en dos unidades que obedecen cada una a uno de los clanes de la familia Saud, sino que además se ha convertido en la única razón de ser del reino en la medida en que Washington ya no necesita a Arabia Saudita para que le garantice el petróleo ni tampoco para que predique la causa de la paz con Israel. Lo anterior explica el regreso del Pentágono al viejo plan de los neoconservadores: «Expulsar de Arabia a los Saud», según el título de un PowerPoint proyectado en julio de 2002 a los miembros del Consejo Político del Departamento de Defensa. Ese proyecto prevé el desmantelamiento de Arabia Saudita en 5 zonas, 3 de las cuales estarían llamadas a convertirse en Estados independientes entre sí mientras que las otras 2 pasarían a formar parte de otros países.
Al optar por probar fuerza con Estados Unidos, la familia Saud no deja opción a los estadounidenses. Es poco probable que Washington permita que unos cuantos beduinos adinerados le digan lo que tiene que hacer, lo cual hace muy previsible que decida meterlos en cintura. En 1975, Washington no vaciló en ordenar el asesinato del rey Faisal. Esta vez, es muy probable que actúe de forma aún más radical.
 http://www.voltairenet.org/article180708.html

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